La obesidad no es simplemente un exceso de peso: es una enfermedad crónica y multifactorial, caracterizada por una alteración metabólica profunda. Va mucho más allá de la estética. Supone una inflamación sistémica constante, resistencia a la insulina, disfunción endotelial y un aumento considerable del riesgo de enfermedades cardiovasculares, como el infarto de miocardio, la hipertensión arterial, la insuficiencia cardíaca o el ictus.
El manejo efectivo de la obesidad implica más que voluntad individual. Sin un apoyo estructurado y continuado, la mayoría de las personas que intentan perder peso lo recuperan con el tiempo. Por eso, en los últimos años, el desarrollo de nuevos tratamientos farmacológicos como los análogos del GLP-1 ha representado un avance clínico clave, especialmente en pacientes con riesgo cardiovascular elevado. En Clínica Samon, estos fármacos se integran en un programa multidisciplinar donde también tienen un papel central la nutrición terapéutica y el ejercicio físico estructurado.
Los análogos del péptido similar al glucagón tipo 1 (GLP-1) imitan una hormona intestinal que regula el apetito, el vaciado gástrico y la secreción de insulina. Entre los más utilizados se encuentran semaglutida (comercializada como Ozempic y Wegovy) y tirzepatida (Mounjaro), esta última con doble acción sobre GLP-1 y GIP, dos hormonas clave en el control del metabolismo.
En estudios clínicos como STEP (con semaglutida) y SURMOUNT (con tirzepatida), se han observado reducciones medias del 15 % del peso corporal, junto con mejoras en parámetros como el perfil lipídico, la presión arterial o la glucemia. Además, semaglutida ha demostrado reducir eventos cardiovasculares en personas con obesidad y alto riesgo.
No obstante, el éxito de una intervención no puede medirse solo por la báscula. Parte del peso perdido puede ser masa muscular, lo cual representa un riesgo clínico importante. La pérdida de músculo —documentada en estudios con DEXA y resonancia magnética— puede afectar negativamente a la fuerza, al metabolismo basal y a la capacidad funcional a largo plazo.
Por eso, en Clínica Samon aplicamos una estrategia orientada a preservar o incluso aumentar la masa muscular, combinando el tratamiento médico con entrenamiento de fuerza individualizado. También priorizamos la reducción de grasa visceral, mucho más relevante desde el punto de vista cardiometabólico, y ajustamos el tratamiento para minimizar efectos adversos como náuseas, hipoglucemia o inapetencia excesiva.
El tratamiento de la obesidad debe alejarse de soluciones rápidas y asumir un enfoque global, que combine tres pilares fundamentales:
- Nutrición personalizada, con planes hipocalóricos sostenibles, normoproteicos y adaptados a las necesidades de cada paciente, incluyendo educación nutricional.
- Ejercicio físico estructurado, con una combinación eficaz de trabajo aeróbico y de fuerza, supervisado por profesionales sanitarios.
- Tratamiento médico individualizado, que incluye fármacos como Ozempic, Wegovy o Mounjaro en pacientes seleccionados, valorando su perfil clínico, objetivos y tolerancia.
El seguimiento incluye evaluación periódica de la composición corporal, el riesgo cardiovascular y la funcionalidad, más allá del peso aislado. Este enfoque permite intervenir no solo sobre la obesidad, sino sobre los mecanismos que la perpetúan y los riesgos que genera.
La obesidad es tratable y reversible, pero exige una estrategia médica completa y centrada en la persona. Los análogos de GLP-1 han demostrado ser una herramienta potente para mejorar no solo el peso, sino el pronóstico cardiovascular. En Clínica Samon, los utilizamos como parte de un plan global, orientado a mejorar la salud metabólica, la calidad de vida y la prevención a largo plazo.


